jueves, 13 de junio de 2013

Etapa 10: A picota - Fisterra 43km

Y pensar que casi se había acabado mi aventura en este punto... creo que no tengo que explicar con cuantas ganas y energía retomé esta última etapa hacia mi meta.

También era la última etapa con mi compañera y sólo y únicamente por el camino original... en el cual por supuesto en varias ocasiones me he preguntando por que necesariamente me tenía que meter por esos tramos cuando me acababan de recomendar que "con la bici por ahí mejor no...". He subido por altos escalones y grandes rocas, y bajado por carriles donde bajarse de la bici era la única opción y hasta eso era prácticamente imposible. Es ahí donde hacer el camino con la bici se vuelve más duro y agotador que hacerlo andando... sin embargo, es donde uno siente que vive el camino con toda su alma y en su plenitud y el que más recompensas aporta: los paisajes indescriptibles, la autosuperación y por supuesto la gente en tu camino. Y cuando en una de esas bajadas de repente se asoma el atlántico... las endorfinas se encargan del resto.

En esta etapa me he cruzado con muchos peregrinos que hacían el camino portugués, o algunos que ya volvían para atrás... que valor!

El desnivel en estos tramos de Galicia es de lo más duro tanto para el peregrino como para el bicigrino si sigues el camino original, pues por carretera siempre se llega mucho más rápido y facilmente. Yo por mi parte estoy muy orgullosa de mi misma de haberlo respetado casi entero, cuanta satisfacción :-D!

Poco a poco vas descendiendo hacia el mar y llegando a las playas sacadas de postales de CEE, Concubión y finalmente Fisterra. 

Antes de parar en Fisterra hay que seguir unos 3km más adelante hasta el faro, el km 0,00.... LA META!
Una meta maravillosa, que en mi opinión siente mucho más como meta final que la llegada a la catedral de Santiago, aunque no niego que esto también tenga su encanto, pero un centro de ciudad con mucho tráfico y un acantilado de pelicula difícilmente se pueden comparar.

El pueblo pesquero de Fisterra es precioso y muy auténtico y el turismo está casi únicamente volcado hacia el camino de Santiago, y eso se nota en el tipo de viajante. Ahí los caminos de todos se juntan y las caras en esos últimos metros lo dicen todo, sólo nos miramos y muchos sólo aplauden o sonríen, porque palabras sobran... 

Y por supuesto no se puede ir a Fisterra sin ver su puesta del sol. Lo ideal (gracias mil Tomás!) es llevarse una cervecita, algo de pan y jamón y pegarse la mejor cena del mundo mundial, ni el mejor hotel, ni el mejor restaurante pueden igualar tal maravilla... El silencio es casi absoluto durante más de una hora, nadie se inmuta, todo está quieto... menos el sol.













3 comentarios:

  1. Gracias por compartir esta aventura con todos nosotros
    buna vuelta

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    1. El gustazo ha sido mío :-D
      (igual me busco un curro de reportera de viajes o algo ;-))

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  2. Pues me has fallado......mira que no acabar con mariscada cachisssssssss
    Muchas felicidades por tu Camino.
    Suerte en el Camino
    ULTREIA

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